Eleonora Catsigeras (“Loli”) comenzó sus estudios en la Facultad de Ingeniería, a la que ingresó en 1975 y en la que obtuvo el título de Ingeniera Industrial opción Electrónica en 1981. Luego, ya siendo docente del IMERL, continuó sus estudios de matemática, obteniendo los títulos de Licenciada y Magister en Matemática. Finalmente, obtuvo el grado de Doctora en el IMPA en 1995. Como investigadora se dedicó a los sistemas dinámicos caóticos, que estudió con herramientas topológicas y probabilísticas. Así, hizo importantes contribuciones a la teoría ergódica, con un marcado interés por la comprensión matemática rigurosa de fenómenos que fuesen físicamente observables. Más adelante desarrolló además una línea de investigación sobre la dinámica de redes de neuronas, convirtiéndose en una pionera en Uruguay en el estudio matemático de las mismas. Este fue un trabajo profundo, novedoso e interdisciplinario, por el que le fue otorgado el premio L’Oréal-UNESCO a las mujeres en la ciencia. Es autora de artículos de primer nivel en revistas internacionales y ha obtenido numerosos reconocimientos. Paralelamente a esta carrera de investigación, tuvo una destacada trayectoria docente, dando gran diversidad de cursos, escribiendo libros de texto y formando estudiantes de posgrado. En la enseñanza siempre fue creativa e inquieta, incursionando tempranamente en la introducción de tecnologías modernas en el aula y desarrollando numerosos proyectos con innovaciones pedagógicas. Legiones de estudiantes de ingeniería estudiaron en sus famosos “pizarrones electrónicos”, que fueron precursores de las actuales herramientas audiovisuales de educación a distancia. Como investigadora, como docente y como colega, siempre ha tenido un entusiasmo contagioso, disfrutando de hacer de la matemática una tarea colectiva. Para quienes hemos tenido el privilegio de ser sus colegas y alumnos, Loli siempre ha sido una fuente de inspiración y de apoyo. Loli integra la primera generación de universitarios posterior a la dictadura. Esta generación tuvo que reconstuir el ambiente académico, el compromiso con el saber, el trabajo colectivo y la solidez institucional. A ello aportó su excelencia científica, pero sobre todo una calidad humana, una calidez y una generosidad que dejaron su impronta en la Facultad de Ingeniería.